revista "luchemos por la vida" - Año 6 - Nº 18

Relación entre el conocimiento teórico y el comportamiento en el tránsito

 

Este informe, con sus conclusiones, recoge el trabajo de cinco años de investigaciones realizadas por Luchemos por la Vida con el propósito de conocer el nivel educativo de la población adulta en materia de seguridad vial y su correspondencia con el comportamiento en el sistema del tránsito, con miras a la planificación y puesta en práctica de un plan de educación vial para niños, adolescentes y adultos, con el objetivo de influenciar positivamente para aumentar la seguridad vial y lograr una disminución de accidentes de tránsito.

La educación de la población para el desarrollo de conocimientos, actitudes y comportamientos seguros, responsables y solidarios en la vía pública, para el logro, prioritariamente, de la prevención de accidentes de tránsito, es uno de los ejes principales de acción para el desarrollo de la seguridad vial. Esto lo saben todos los expertos en la problemática.

Pero, por dónde empezar y cómo enfocar la tarea en un país en el que morían todos los años más de 7000 personas en accidentes de tránsito, en una proporción de 1.200 muertos por cada millón de vehículos circulantes, con más de 120.000 heridos cada año por esta causa. 

Esta era la situación general en la que nos encontrábamos en 1990, en la República Argentina, al comenzar a trabajar nuestra organización Luchemos por la Vida, entidad no gubernamental, sin fines de lucro, cuyo propósito es prevenir los accidentes de tránsito para disminuir la morbi-mortalidad por esta causa. Partíamos de la hipótesis de que los altos índices accidentológicos tenían como una de las causas principales la desinformación de la población en torno a los comportamientos seguros en el tránsito, producto de la absoluta falta de educación vial sistemática y/o eventual en los ciclos elemental y medio de la escolaridad argentina, y la casi absoluta falta de capacitación de los conductores de vehículos que obtenían sus licencias de conducir sin más exigencias que la de cumplir un trámite administrativo y, a veces, demostrar un dominio básico del vehículo en una pista cerrada.

Convencidos de la necesidad de crear una nueva conciencia en el conjunto de la población con respecto a esta epidemia que se expandía, silenciosa e ignorada, decidimos como una de las primeras medidas de acción, mientras recogíamos información internacional sobre alcances de la problemática y experiencias de abordajes de la misma, realizar un diagnóstico sobre: 
- El nivel de conocimientos teóricos de los conductores en algunos temas de seguridad vial y prevención de accidentes.
- El comportamiento de los usuarios de la vía pública en el sistema del tránsito, en relación con los temas evaluados teóricamente.
- Correlación de ambos resultados.


Recolección de información

Se recogió información por medio de encuestas realizadas entre conductores de vehículos, mayores de 18 años, en torno a algunos temas considerados clave ( semáforos, cinturones de seguridad, ingesta de alcohol, velocidades, circulación en bicicleta, uso de cascos en motocicletas, causalidad de los accidentes, etc.), y se correlacionó esta información con numerosas observaciones sistemáticas en el tránsito de los comportamientos específicos en cada uno de estos temas. Las encuestas consistieron en dos cuestionarios con respuestas de opciones múltiples, sobre: «Temas varios de seguridad y educación vial» administrados a 628 conductores de vehículos, entre agosto y octubre de 1991 y «Hábitos alimentarios y conducción», encuestados 612 conductores de vehículos, entre mayo y julio de 1992, ambos en la ciudad de Buenos Aires y los alrededores. Los trabajos de observaciones sistemáticas, aquí mencionados, fueron cinco, que involucraron a más de 30.000 vehículos circulantes, y se realizaron entre los años 1991, 1992 y 1995.

Algunos resultados significativos

Semáforo rojo
- El 100% de los encuestados conocía el significado del semáforo rojo, sin embargo en una observación sistemática realizada en las encrucijadas con semáforo de la ciudad de Bs. As., se comprobó que, diariamente, aproximadamente 1.903.560 veces los conductores no respetaban el semáforo rojo, (equivalente a 4 violaciones de semáforo rojo cada 3 días por cada auto particular circulante y 3 semáforos por hora por cada colectivo que circula, si dividimos la cantidad de violaciones diarias(1.903.560) por la cantidad de vehículos circulantes en la ciudad(1.400.000) .

Alcohol y conducción
- El 92 % sabía que «un par de vasos de vino u otra bebida alcohólica afecta los reflejos para conducir automóviles», sin embargo en una encuesta sobre hábitos alimentarios y conducción el 83% reconocía « conducir después de haber ingerido alcohol».

Velocidad
- El 76% reconocía que «la conducción a mayor velocidad de la estipulada, aumentaba el riesgo de sufrir un accidente de tránsito, sin embargo en una encuesta acerca de su velocidad habitual de conducción en ruta, el 45 % de la población reconocía «circular a 130 km/h o más en ruta».

Bicicletas
- El 74% de la población encuestada respondió correctamente en cuanto a que «la dirección de circulación de las bicicletas por la calzada era más segura en el sentido del tránsito», sin embargo, el 45% circulaba de contramano.

Niños en el auto
- El 71% reconocía que «los niños pequeños no van seguros en los asientos delanteros yendo sueltos o aún sostenidos por un mayor», sin embargo, un 42% de los padres llevaban a sus hijos en esas condiciones en el asiento delantero del automóvil.

Cinturón de seguridad
- El 67% de la población reconocía que «el cinturón de seguridad protege a los ocupantes de vehículos en caso de accidente de tránsito», pero solamente el 3% de esa misma población lo usaba en esa época (1991).

Casco
- El 65% de los conductores de motos o ciclomotores reconocían el efecto protector del casco en caso de accidente. Sin embargo, en observaciones en vía publica, solamente el 19% lo usaba.

Conclusiones

Estos y otros temas analizados nos permitieron inferir , entre otras, las siguientes conclusiones :

1º) Los resultados de las encuestas arrojaron un alto porcentaje de respuestas correctas, con un promedio general del 72% de aciertos, lo que permitía afirmar que los conocimientos teóricos de la población eran en promedio «aceptables»; mas aún, teniendo en cuenta las carencias educativas antes mencionadas. 

2º) Los comportamientos observados en el sistema del tránsito eran mayoritariamente «insatisfactorios o incorrectos» entendidos como tal en tanto implicaban violaciones a normas de tránsito que ponían en alto riesgo de accidente o muerte a los usuarios de la vía observados y a los demás.

3º) No existía correspondencia, sino contradicción entre el «saber» teórico y el comportamiento concreto en el moverse cotidianamente como usuarios de la vía.



Esta incoherencia nos indica un manejo de información superficial, de conocimientos «no significativos» en el sentido profundo, pedagógico constructivista del término, que deben conformar conocimientos «funcionales» ,es decir, que sean utilizados o influyan en los comportamientos, en las circunstancias que lo hagan posible, y con diversas conexiones internas entre lo aprendido y lo anteriormente conocido por historia y experiencias personales.

Estas conclusiones revisten una enorme importancia a la hora de planificar estrategias para aumentar la seguridad vial. Sabemos que informar acerca de las normas de tránsito y las conductas seguras, es condición necesaria pero no suficiente para lograr cambios de actitudes y conductas en pro de la seguridad vial y la prevención de accidentes. Baste como ejemplo el tema del semáforo rojo, conocido por el 100% de la población pero ignorado en un inquietante porcentaje por los conductores, equivalente a 4 violaciones de semáforo rojo cada 3 días por parte de cada auomovilista. Necesitamos «motivar» a los conductores para un cambio de actitudes y el desarrollo de hábitos más saludables. Más aún, teniendo en cuenta que los controles del cumplimiento de la ley y las sanciones a los transgresores son insuficientes e ineficaces.*

Generar cambios de actitudes es un objetivo más ambicioso que lograr cambios de comportamientos, pero trabajar para ello es importante para alcanzar efectos duraderos en le tiempo, puesto que las actitudes determinan, en gran medida, los comportamientos. Las actitudes se constituyen a lo largo de la vida de cada persona y son un complejo producto derivado de las experiencias individuales vividas en interacción con los demás, procesadas por cada individuo en función de sus características de personalidad, estado emocional, medio ambiente , experiencias previas, etc. Conformando un sistema de creencias y valores sobre la realidad que determinarán, en gran medida, las decisiones que el sujeto, tomará en una situación determinada.

A partir de estas conclusiones, el manejo de conocimientos superficiales y no significativos en la mayoría de la población y el desarrollo comportamientos de riesgo en los usuarios de la vía pública, decidimos llevar adelante un plan general de concienciación y educación vial para la seguridad en el tránsito, para niños, adolescentes y adultos, que tiene como objetivo crear una nueva conciencia individual y social en torno al problema de los accidentes de tránsito y su prevención, en orden a desarrollar actitudes, comportamientos y hábitos responsables y solidarios en pro de la vida propia y la de los demás. Un verdadero desafío y una oportunidad para crear.
Los programas desarrollados hasta ahora, diferentes en alcances, ejecución y resultados, han contribuido a generar un importante cambio en la actitud de la población en torno al problema. 

Lic. María Cristina Isoba

Presentación efectuada en el 17º Congreso Internacional de la Asociación Internacional de Medicina del Tránsito y Accidentes, Estocolmo, Suecia, 28 al 31 de mayo de 2000.

 

(*) Sabíamos, por propia experiencia, que esta cuestión estaba descuidada en nuestro país, pero una investigación que indagó en la «eficacia de los controles de tránsito en la ciudad de Buenos Aires», reflejó en cifras las graves falencias en este campo con una desproporción absoluta entre infracciones cometidas y actas labradas, que arrojó un promedio de 1 acta de infracción labrada por cada 12000 infracciones «graves» cometidas. Estas graves falencias generaban en la población, y continúa siendo así, la sensación de un virtual estado de «anarquía» donde, ante la falta de gobierno en el tema, la ley no regía y cada individuo quedaba desprotegido, sin reglas claras, librado a su criterio y parecer individual en su comportamiento en el tránsito.


 



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