revista "luchemos por la vida" - Año 5 - Nº 13
El argentino y los accidentes de tránsito

Yo me quejo, vos te quejás, él se queja del tránsito y lo que hacen "los otros", sin conciencia de que "Yo" soy "El Otro" para los demás

La problemática de los accidentes de tránsito no es privativa de nuestro país. Es un tema de preocupación mundial, ya que en el planeta se estiman más de 500000 muertos por año, más de 15.000.000 de lesionados y más del 10% de las camas de hospital del mundo ocupadas por accidentados en el camino; muchos de los cuales quedan con alguna discapacidad física o psíquica para toda su vida.

En Argentina, la situación es muy grave, ya que nuestro país ostenta uno de los índices más altos de mortalidad por accidentes de tránsito: 21 personas mueren por día, 7.579 muertos en un año (1998), 125.000 heridos de distinta gravedad, y pérdidas materiales estimadas en una cifra superior a los 5.000 millones de dólares anuales.

Sabemos que , si bien, un conjunto de factores se combinan para la producción de estos accidentes, que incluye las fallas humanas, el estado de los caminos, el ambiente y los vehículos,la mayoría de los accidentes (85%) se producen porque una o varias personas cometieron un error . Es por esta razón que resulta de especial interés detenernos a analizar la conducta de los argentinos en la vía pública.

En nuestro país, cada transeúnte siente que puede hacer lo que quiera y le convenga en un momento determinado.

Este proceder individualista y anárquico, y el desorden que genera, se traducen en enormes pérdidas de tiempo y, lo que es más importante, en las muertes y lesiones que contabilizamos.

El tránsito: el sistema que hacemos entre todos

Las personas que estamos inmersas en el tránsito nos quejamos. Coincidimos en lamentarnos por esta realidad. Pero casi siempre nos quejamos de "los otros". El problema se proyecta en el afuera, los responsables del caos son "los demás", los que hacen las cosas mal son cualquiera que no sea "yo" y esta situación se debe a que hay "otros" (gobierno, autoridades, etc.) que no hacen lo que deben.

Pero, si analizamos desapasionadamente la cuestión, nos damos cuenta de que el tránsito es un sistema organizado y conformado por el hombre. Cada vez que alguien "sale" de su casa y comienza a andar por la acera, "entra" a formar parte de un todo en movimiento. A todos los que circulan los une el objetivo común de circular de un punto a otro. Cada uno depende de los otros para que el objetivo se cumpla. La conducta de cada uno condiciona a los demás y viceversa. Cada usuario de la vía es responsable de una parte del tránsito.

"Yo" soy "el otro" responsable o irresponsable para los demás.

Si queremos que el tránsito cambie, debemos comprometernos en un cambio personal.

El cambio personal es un asunto de Estado

El problema global es vasto y complejo. Porque para desear, realmente, que el tránsito cambie, los argentinos debemos tomar conciencia de los riesgos gravísimos que acarrea este sistema de tránsito; para ello necesitamos ser educados por todos los medios posibles (medios masivos de comunicación, educación vial en las escuelas, cursos de capacitación para conductores, etc.) sobre el funcionamiento del sistema del tránsito, los riesgos de accidentes y su prevención. Solo así podremos superar el autismo en nuestro estilo de conducción, y cambiar la creencia de que los accidentes siempre le sucederán a los demás.

También necesitamos ser educados en la "convivencia social", que significa entre otras cosas, el respeto por el otro y por los espacios y vías públicos, para entenderlos como "espacios de todos y para todos", para que dejen de ser "tierra de nadie", lugares donde cada uno hace lo que nunca haría en su casa (léase, tirar la basura o papeles en cualquier parte, escupir, hacerle hacer al perro sus necesidades, etc.)

Necesitamos que las autoridades de gobierno se comprometan para trabajar seria y manco-munadamente con todos los sectores de la comunidad, con el fin de hacer reinar la ley en las calles y rutas; y que pongan en práctica las medidas que contribuyan al mejoramiento, ordenamiento y adecuación progresiva de la red vial, los códigos de urbanización y los medios de transporte a las necesidades actuales, de acuerdo a las normas internacionales de seguridad vial.

Resulta imprescindible que la autoridad de aplicación esté consustanciada con estos objetivos y cumpla, honrada y responsablemente, con su tarea de fiscalización del cumplimiento de las normas de tránsito. Por supuesto, que es necesario que aquellos ciudadanos que transgreden las normas sean sancionados, por la justicia, y en lo posible, re-educados.

Todas estas necesidades implican áreas de trabajo que son importantes e imprescindibles para la Seguridad Vial. Pero la primera, EDUCAR, es fundamental, porque cuando cada uno de nosotros, los habitantes de este suelo argentino, tomemos conciencia del problema y asumamos el rol que nos corresponde como "hacedores" del tránsito, respetando y haciendo respetar las normas, que es una forma de respetarnos y cuidar nuestra vida, la realidad nuestra de cada día en la calle o la ruta será otra, más segura y saludable para todos. De usted y de mí... de nosotros depende.



Una callecita de Buenos Aires, un día cualquiera

Sumergirnos en el tránsito urbano o rural en nuestro país nos obliga a templar nuestros nervios, ya que cualquier situación imprevista puede presentarse. Si enfocamos nuestra mirada en una situación urbana, por ejemplo: en una calle céntrica de Buenos Aires, un día hábil cualquiera, podemos llegar a ver, en una pequeña fracción de tiempo cómo un chofer de colectivo le tira encima el vehículo a un auto particular que va adelante, el que a su vez avanza, sin respetar el semáforo rojo, sobre un peatón que se dispone a cruzar y se ve obligado a saltar hacia atrás, mientras que unos metros más allá, otro peatón cruza por mitad de la cuadra esta calzada, cuya circulación se halla completamente lentificada porque hay vehículos estacionados a ambos lados de la calle, mientras una hilera de taxis avanza a 10 Km/h por un carril y un camión de carga se mueve a 20 Km/h por un carril de la izquierda, en tanto una camioneta se detiene en doble fila para descargar, etc., etc., etc.

Independientemente de las particularidades de cada caso, existen denominadores comunes en esta situación:
- la indiferencia de los usuarios de la calle a las reglas del tránsito
- la falta de respeto por los demás.
- la despreocupación por el peligro.


Lic. María Cristina Isoba




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